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Igor: objetivo uikokahonia

La historia comienza cuando, en la cascada situada cerca del campus universitario, Philip y Laura conversan acerca del viaje de fin de curso de Biología, a una isla paradisíaca llamada Uikokahonia. Él es un creído que piensa que las mujeres están a su disposición siempre que quiera, mientras que ella es la chica más hermosa de todo el campus. No hace falta decir que Igor, nuestro protagonista, está loco por Laura y que se ha prometido a sí mismo seguirla, vaya donde vaya. Sin embargo, para ello tiene que cumplir tres requisitos fundamentales: primero, estar matriculado en la asignatura, pero el chico no le gustan las ciencias y se inscribió en Sociología; segundo, presentar un trabajo de Biología, que tampoco tiene; y tercero, abonar las tasas correspondientes, pero en su cartera hay más telarañas que en el Spectrum que tengo en casa...

LA MATRÍCULA DE BIOLOGÍA

Como por algún sitio hay que empezar, Igor decide comenzar por arreglar el problema de no estar matriculado en Biología. Sabe que todos los expedientes están en el decanato, en un fichero que guarda celosamente la secretaria. De este modo, se va de la cascada, no sin antes recoger un papel que se le ha caído a Philip cuando hablaba con Laura. Con ello, se dirige al decanato, a ver qué es lo que puede hacer. La secretaria, por un lado, no le deja ver su expediente bajo ningún concepto, con lo que no insiste más y sale de la habitación, para entrar en el del decano Peeper. Éste no conversará con Igor al menos que cierre la puerta al entrar. Tampoco consigue nada de este personaje, pero al menos sabe que le gusta que le hagan regalos. Algo es algo.

Al salir, encuentra en la papelera una hamburguesa mordida, que se guarda por si sirve más tarde. En el interior de una cañería encuentra una babosa, que igualmente decide conservar. Avanzando hacia la izquierda, descubre también la ventana del decano, que da a la calle, y debajo de ella, un agujero bastante profundo. Sin nada más, decide ir a su habitación de la residencia. Una vez allí, recoge el reloj despertador de su mesilla y el último compacto de T.P.L., el grupo más de moda. A través de la ventana, consigue salir a la cornisa, aunque el lugar por el que ha salido se cierra de pronto, impidiendo volver por el mismo camino. Por suerte, hay una ventana al lado, que da a una especie de desván sin luz. Registrando entre las cosas que hay allí, encuentra un cazamariposas, y en la parte derecha de la sala una estantería con una caja de cerillas. Además, en una pared descubre un clavo a medio clavar. Buscando en el baúl, localiza un martillo que le sirve para hacer un pequeño agujero en la mencionada pared. A continuación, y con la ayuda de un pico, hace el agujero más grande, pero todavía lo puede hacer mayor con la ayuda de un explosivo y las cerillas. El boquete abierto le permite volver a su habitación por el armario, con tres objetos nuevos. Sin nada más que poder hacer, se dirige a la facultad, en busca de alguna ayuda.

Una vez allí, sube al primer piso, donde encuentra a Margaret, una oronda muchacha de aspecto nada agradable, y con un apetito voraz. No parece que le importe otra cosa que comer hamburguesas, con lo que la dejó tranquila por el momento. Un poco más a la derecha encontró algunas taquillas, entre las que destacaba la de Philip. Al no tener la combinación del candado, se fue por donde vino. En el otro extremo del pasillo, se encontró con una chica llorosa por haber suspendido un examen, a la que la birló la carpeta, en previsión de un uso posterior. En el piso superior, al lado de las escaleras encontró la entrada al observatorio, cuya puerta estaba cerrada con llave. En dicho piso halló también la biblioteca donde un empollón de nombre Harrison estudiaba sin descanso. Al pedirle Igor ayuda para realizar el trabajo de Biología, Harrison se negó, y menos por nada. Había que conseguir algo para animarle a que ayudara a nuestro amigo. Y en la sala opuesta, el laboratorio de química lleno de trastos, de los que se llevó una probeta con un líquido verde que parecía bastante peligroso, pero que de todas formas, se llevó consigo.

Al salir de la facultad, encontró a Philip hablando con un amigo acerca de unas botellas de whisky que el primero tenía en su taquilla. Igor, con gran habilidad decidió dar el cambiazo a su carpeta con la que le había sustraído a la chica llorosa. En su interior, estaba la combinación de la dichosa taquilla.

Una vez la abrió, recogió de su interior una botella de la bebida escocesa, que regaló posteriormente al decano, descubriendo de este modo la afición oculta del dirigente universitario al alcohol, que una vez vaciado el contenido, las tiraba por la ventana, y se hacían añicos. Entonces tuvo una idea: dar gato por liebre al decano, o mejor dicho, agua por alcohol. Volvió a la taquilla de Philip y cogió otra botellita. Luego, en el decanato colocó el cazamariposas en el agujero que encontró bajo la ventana, con el fin de recoger la botella cuando fuera arrojada a la calle. Todo salió a la perfección, e Igor tenía en su poder una botella vacía, que podía llenar de agua. Recordó entonces el comienzo de la aventura, en la cascada. Una vez hubo llegado, comprobó que no podía llenar la botella, pero por el contrario, encontró un fotógrafo que quería retratar a un pájaro de color rojo con rayas blancas. A pesar de que Igor intentó que le dejara la cámara de fotos, su dueño no se la dio. Apesadumbrado, regresó a la facultad. Quizás en los servicios pudiera coger agua. Sin embargo, en los de chicos no había el líquido elemento, con lo que fue al de chicas. Pero allí, dos preciosas jovencitas charlaban amenamente, y la conversación parecía que iba a ser larga, por lo que decidió deshacerse de ellas con la ayuda de la babosa encontrada en el canalón. Las muchachas se largaron, y por fin logró llenar la botella de agua en el servicio de caballeros, encontrando además una horquilla en el lavabo de las damas. Tras dar de beber al decano, a éste le sobrevino un ataque a consecuencia de ingerir un producto que no fuera alcohol. Igor aprovechó para a través del interfono despedir a la secretaria, la señorita Pickford con lo que ya tenía vía libre para modificar su expediente académico a su antojo.

Con la ayuda de la horquilla, encontró además un disfraz de mono en el armario. Y por último, entre los libros del decano halló uno en cuyo interior estaba la llave del observatorio, y también se llevó el periódico que leía el decano antes de caer fulminado por la mezcla de hidrógeno y oxígeno.

EL PROYECTO DE BIOLOGÍA

El trabajo era sin duda lo más complicado, pues no tenía tiempo material para realizarlo. Y Harrison no quería hacerlo gratis, con lo que había que buscar algo que ayudara a que cambiara de opinión. La mente de Igor no andaba muy bien por aquel entonces, y decidió organizar una cita entre el chico y Margaret, sacar una foto de la cita y utilizar el viejo pero efectivo método del soborno. Sólo necesitaba la cámara fotográfica, pero no sabía cómo conseguirla. Dando una vuelta por el parque, descubrió a una ancianita que había perdido a su gato. E Igor, que es muy sentimental, pensó en buscarlo para ella.

Pero lo más parecido que halló fue un lagarto que corría por las paredes de la iglesia, y al que no se podía atrapar, pues se escapaba cuando alguien se acercaba. Entonces, recordó que en el árbol del parque había resina, con lo que cogió un poco y la untó en un ladrillo de la iglesia, quedando de este modo el lagarto atrapado. Sin embargo, parecía más delgado que un gato, con lo que le alimentó con la hamburguesa. Por fortuna dio el pego a la abuelita, que en agradecimiento, le regaló un petardo de los que se usan en las fiestas de los pueblos de color rojo con rayas blancas. Gracias a él, pudo deshacerse del fotógrafo, y tomar su instrumento de trabajo.

Convencerlos no fue difícil, pues utilizó una nota encontrada en la papelera del aula de Física con él, y la que se le había caído a Philip en la cascada ligeramente retocada con un bolígrafo tomado prestado de la mesa del profesor de Química con ella. La cita tuvo lugar, y nuestro amigo tomó una instantánea de lo más comprometedora para el chaval. Pero la sorpresa de Igor cuando intentó hacer uso de la foto fue grande, pues Harrison le estaba agradecido, pues por fin tenía una mujer en su vida que lo quería. Pero la suerte volvía a estar de su lado, ya que en agradecimiento le entregó un trabajo de Biología. Lo más difícil parecía haberse resuelto con sencillez.

EL DINERO DE LAS TASAS

Ahora sólo quedaba conseguir el vil metal. Aquí influyó la suerte más que otra cosa, pues mirando por el telescopio un cometa que anunciaba el periódico, divisó en lo alto del campanario de la iglesia a dos tipos que parecían ser los ladrones de una estatuilla. Sin embargo, el cura no le dejó subir, a menos que se presentara algún caso grave de exorcismo o similar. Una bombilla se iluminó en su cabeza al escuchar estas palabras: con darle a Philip el líquido verde encontrado en el laboratorio, seguro que se pondría enfermo. Dejó la probeta en la taquilla, y cuando Philip bebió de él, se parecía más a "Bittlejuice" que a una persona. El cura fue alertado, dejando la parroquia libre para investigarla.

Cuando Igor accedió a su interior, se dirigió rápidamente al campanario, donde localizó un papel con una frase en principio sin sentido. Bajó, y al ver unas velas, decidió encender una a ver si le ayudaba a salir del entuerto en el que se había metido. Y el espíritu de un monje llamado Fray Anthony Mails se le apareció a sus espaldas, entregándole un pergamino. Además, vio en una pared una especie de entrada secreta, que se abría al pulsar unos bloques de piedra tallados en la pared.

Una vez dentro, pronto descubrió que estaba de un laberinto en el que encontrar la salida no le resultó fácil. Al hallarla, descubrió que había anochecido, con lo que se dirigió a un faro cercano. Su propietario le contó que estaba roto desde hacía cinco años, y que no sabía cuándo llegarían los repuestos, con lo que no podía emitir señales. A continuación, fue al cementerio, en el que el marchoso y rapero guarda Boris vigilaba que no entrara nadie que no fuera a visitar alguna tumba. Igor no conocía a nadie que estuviese allí enterrado, con lo que intentó llevarse un jarrón que había cerca. Pero Boris no le dejó hasta que Igor le regaló el último disco de T.P.L.

Ya sólo le faltaba visitar el bosque. Lo primero que halló fue una flor que no conocía de nada, y después un pantano en el que un montón de luciérnagas revoloteaban en torno a las flores, siguiendo a una que parecía la líder. Metió Igor la flor recién cogida en el frasco, con lo que todas las luciérnagas se metieron dentro. Ya tenía una fuente de luz que ofrecer al farero para que le mandara el mensaje encontrado en el interior de la campana. Este lo hizo a pesar de que no lo comprendía. Desde un barco cercano mandaron la respuesta, en la que hablaba de que una persona tenía en su poder la estatuilla. Tras dar las gracias al farero, volvió al cementerio, pidiendo a Boris que le dejara ver la tumba del hombre que desde el barco le habían dicho. En la lápida halló la estatuilla robada, que devolvió a la policía y por la que cobró una sustanciosa recompensa.

UIKOKAHONIA A LA VISTA

Con la matrícula realizada, el trabajo de Biología y el dinero necesario se dirigió a conserjería donde tras entregarlo todo le comunicaron que todavía le quedaba un tema pendiente: tenía que hacer un examen de la asignatura y aprobarlo. Parecía imposible que tras tantos avatares, un estúpido examen le iba a privar de ir a Uikokahonia. Como no tenía ni idea de la asignatura intentó copiar de otro alumno con tan mala pata que el profesor le pilló y le suspendió. Todo parecía perdido cuando al salir de la facultad, vio una jaula vacía con destino a Uikokahonia que todavía no había sido enviada allí. Se puso el disfraz de mono encontrado en el armario de la secretaria del decano y se metió en la jaula. Durante el vuelo descansó de las aventuras sufridas, y para cuando se despertó, estaba ya sobrevolando la isla. Tenía que saltar del avión o tendría problemas en la aduana. Encontró un paracaídas, se lo puso, lanzó una plegaria al cielo y saltó al vacío... Lo que ocurrió después, es algo que no puede ser relatado. Tendréis que descubrirlo por vosotros mismos.

 

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